Sesión 1:
Bienvenidos
al taller de escritura creativa de novela histórica, si estáis aquí es porque teneís
interés en escribir y aprender algunas pautas y métodos para crear una
narración histórica. Siendo así os doy las gracias y espero que me acompañéis
durante las semanas que dure este taller: ¡empezamos!
Ante todo,
apuntar que este pequeño taller tiene como objetivo aportar unas pequeñas pautas
para iniciarnos en la narración y disfrutar con ello. No hay método infalible
ni enseñanza perfecta, todo depende de un conjunto de esfuerzos de los
integrantes del grupo. A partir de ahí ilusiones y ganas que no falten:
Lo
primero que vamos a hacer es hablar un poco acerca del origen de la novela
histórica:
¿Sabéis
cuándo se originó? ¿Cuáles fueron las primeras narraciones que se encuadraron
en este género? Os lo explico a continuación:
Origen de la novela histórica:
Se
considera que la novela histórica nace durante el Romanticismo, siendo Sir
Walter Scott (1771-1832) de los primeros autores en publicar en este género,
ambientándolas en la Edad Media. Su obra más popular fue Ivanhoe de 1819 cuya trama transcurre en Inglaterra en el siglo
XII.
Este
tipo de novelas tuvo una gran aceptación entre los lectores de su época y cuya
demandan continúa hasta nuestros días, siendo uno de los géneros más vendidos
junto a la novela negra y romántica.
Otros
autores destacados en este género fueron Victor Húgo (El jorobado de Notre Dame), León Tolstoi, (Guerra y Paz), Hernyk Sienkiewicz (Quo Vadis?) Umberto Eco (En
el nombre de la rosa) y más actuales como Idelfonso Falcones (La catedral del Mar), Kent Follet (Los pilares de la Tierra), entre otros
muchos.
Se
trata de un género literario que ha dado pie a películas y series de tv.
Una
vez que tenemos claro que queremos iniciarnos a escribir una novela histórica
lo primero que debemos hacer es definir los elementos esenciales de los que ésta se compone: La ambientación, el contexto y los personajes,
que son los que finalmente van a determinar que nuestra historia se defina como
una novela histórica.
1.
Introducción:
En
toda novela suele haber dos tramas, que debemos determinar muy bien para que se
acoplen a la perfección al contexto histórico en el que la vamos a encuadrar. La trama principal en la
que son parte esencial los protagonistas y antagonistas y la secundaria que es en la que se
desarrolla la historia y que alberga a los personajes secundarios, cuyas
vicisitudes pueden afectar a los protagonistas.
Ambas
tramas deben ir en paralelo y empaparse de elementos la una de la otra para al
final, concluir en una sola dirección que deje huella en la memoria del lector
Otra
cuestión para tener en cuenta es la forma narrativa que vamos a utilizar:
En
primera o en tercera persona (narrador omnisciente)
·
El narrador omnisciente permite
un amplio abanico de posibilidades en la narración, es el más utilizado por los
autores, ya que puedes describir las sensaciones de cualquiera de los
personajes.
·
Narrar en primera persona puede ser enriquecedor desde el punto de vista
del personaje que será la batuta del autor en la novela, pero hay que tener en
cuenta las limitaciones que presenta, pues solo puedes hablar por su boca: lo
que él ve, lo que él percibe y ello nos obliga a buscar otros caminos para
describir situaciones que no conozca de primera mano, como recurrir a que otro
personaje le cuente algo, ya sea en conversación o por carta.
El tiempo
narrativo en primera persona es muy
utilizado en el presente, pues así vas viviendo la trama al momento, «al día»,
y eso limita también a la hora de explicar situaciones del pasado, pues a veces
una vez que recibe la información, se tiende involuntariamente a continuar
escribiendo en pasado y nos encontramos con una novela narrada a dos tiempos.
Lo más
sencillo y utilizado es el pasado en tercera persona, pues
permite solventar todas esas dificultades, bien es verdad que hay historias que
piden que sea la propia protagonista la que lo cuente, lo que nos obliga a
prestar mucha atención en lo que narramos.
Ejemplo
en primera persona en pasado:
«Empecé a copiar aquellos documentos con
rapidez, eran unas cinco hojas llenas de datos. Cuando iba por la ultima,
escuché pasos avanzando peligrosamente hacia la estancia en la que me
encontraba. Seguí copiando más deprisa; preocupada, miraba constantemente hacia
la puerta, vi girar el pomo, coloqué rápidamente la carpeta en su lugar, en ese
momento alguien del servicio reclamó su atención, por lo que en vez de pasar
retuvo la puerta abierta unos dos palmos; nerviosa y asustada no se me ocurrió
mejor cosa que coger de la carpeta la última hoja y terminar de copiarla; iba
todo lo rápido que me podía permitir, pero aún me quedaba un párrafo. Cuando el
señor hizo ademán de entrar, me quedé paralizada sin moverme, pero nuevamente
reclamaron su atención fuera con un problema casero que no acertaba a escuchar.
Al final me dio tiempo a terminar; coloqué todo en su sitio y doblé esa última
hoja que acababa de copiar. Me encontraba metiéndomela en el bolsillo, cuando
esta vez sí, el señor entró en la habitación y me miró.
—¡Así que estas aquí! —me dijo sonriendo
mientras se acercaba.»
Ejemplo
del mismo texto en tercera persona:
«Magda copiaba con rapidez los datos de las
cinco hojas que descansaban en la carpeta; tenía que aprovechar los escasos
minutos de los que disponía para recopilar la mayor cantidad posible de
información. El sonido de unos pasos en el pasillo la sobresaltó. Alguien
avanzaba hacia la habitación en la que se encontraba.
El señor avanzaba malhumorado, llevaba un
rato buscándola y no la encontraba ¿Dónde se había metido esa mujer? ¿Acaso no
le había quedado claro, que, en ausencia de su esposa, ella sería la anfitriona
esa noche junto a él?
De camino a las habitaciones de la
servidumbre, pasó junto a su despacho y se sorprendió al ver luz bajo la
puerta. «¡No puede ser!» pensó.
Enfadado y molesto posó su mano sobre el
pomo de la puerta y cuando fue a girarlo Marie reclamó su atención.
Magda fijó su mirada en la puerta, era
evidente que alguien estaba tras ella. La voz del señor la sacó de dudas. Los
nervios se apoderaron de ella, gotas de sudor surcaban su rostro mientras se
obligaba a escribir a toda velocidad convirtiendo algunas palabras en
garabatos.
El pomo se giró levemente. Su respiración
se entrecortaba y el corazón le latía deprisa. Mientras escuchaba el murmullo
de la conversación sin entenderla, transcribió la última página a toda
velocidad. Justo cuando terminaba la puerta
se
abrió, pero nuevamente el señor fue requerido por la doncella con otra
cuestión.
Visiblemente molesto el capitán, despacho
a Marie, estaba cansado de resolver cuestiones domésticas, le dolía la cabeza y
quería saber si sus sospechas acerca de la persona que ocupaba su despacho eran
ciertas.
Al tiempo que se abrió la puerta y Adam
apareció ante ella, Magda acababa de dejar la última página que copiaba en su
carpeta.
El capitán la miró y su rostro dibujo una
amarga sonrisa:
—¡Así que estas aquí!»
En
algunas partes de la novela puede haber narradores que cuenten la experiencia
en tercera o primera persona según sea la circunstancia que viven. Funcionaría
como un espectador que nos traslada su reacción y la de los demás. Narra en
pasado. Para una trama de espionaje, por ejemplo, es ideal, ya que casi
acompaña al lector en sus percepciones.
1.-Narrar
un suceso en primera persona que nos haya sucedido.
2.- Muchas
veces las personas de nuestro alrededor nos hacen partícipes de sucesos que han
protagonizado, y los cuentan en primera persona, hagamos un ejercicio sobre
ello: pidámosle a alguien que nos cuente un suceso y luego lo narramos nosotros
en tercera persona.
Veréis
que se producen cambios según el punto de vista del narrador, si es en tercera
o en primera y si lo cuenta el que lo vivió u otra persona.
La próxima semana: El tiempo narrativo.
¡Nos leemos!
Marian Rivas
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