El nombre propio de
la felicidad
Tenía muchas ganas de leer este libro debido
a que me recomendaron su lectura con ferviente entusiasmo y las reseñas en blogs
eran muy positivas. Según una frase de portada del libro y dichas reseñas, su
lectura me iba a cambiar la vida.
Cuando me enteré que trataba de un escritor de
cuentos infantiles en plena crisis de inspiración no me lo pensé, como
escritora más de una vez me he encontrado en dicha situación, así que me lancé
a por él.
Una vez leído tengo que decir que el
resultado, al menos para mí, no ha sido el que esperaba, mis expectativas no se
han cumplido, creía que me encontraría una historia inspiradora, reveladora,
pero no, me encontré con una trama bonita, pero nada más, ni me ha cambiado la
vida ni nada.
El protagonista de esta novela es un chico
joven que como he dicho anteriormente es escritor, tras publicar su primer
cuento, todo un éxito, no encuentra inspiración y su editor empieza a presionarle,
o le presenta una nueva obra igual o mejor que la anterior, o rescinde el
contrato. El pobre no sabe qué hacer, empieza a trabajar en el metro como
vigilante de las cámaras de seguridad, pues necesita dinero, y será ahí donde conozca,
o más bien, vea a la chica que él calificará como el amor de su vida. A partir
de aquí se empieza a montar en su cabeza una película acerca de que van a vivir
juntos por siempre, van a tener niños, se van a amar locamente... Empieza desde
mi punto de vista, a obsesionarse con ella. Me parecía más un chalado, que un enamorado.
Esta parte por más que la hayan querido hacer romántica a mí me echaba para
atrás, porque él la perseguía, se hace el encontradizo hasta que la conoce por
fin. A partir de aquí la cosa se suaviza y nos encontramos con una historia que
sigue su curso normal, de conquista y también de ilusiones.
Creo que si yo hubiera tenido veinte años al
leerla, me habría gustado más, aunque
los protagonistas tengan unos treinta, su personalidad rozaba la veintena y la
novela más que para adultos es una historia romántica juvenil.
Está escrita de forma sencilla y amena y es
entretenida en muchos aspectos, tiene cosas bonitas y los personajes secundarios
son bastante agradables; Pero la he visto con poca profundidad tanto en los personajes
como en la trama, escasa de argumento, solo basada en el amor, en las ansias
por ser correspondido, en malentendidos absurdos y en que el chico crea todo su
mundo alrededor de ella, desde el primer día en que la ve, sin hablar con ella
siquiera.
Para quien le gusten las novelas juveniles y
románticas puede estar bien, para el resto, mejor dejarla pasar.
¡Nos leemos!
Marian
Rivas